Imaginemos un día cualquiera, tenemos un evento que nos altera (una discusión, la demora de un taxi, la no correcta atención en un local, etcétera), seguramente nuestra primera reacción será sentir enojo, sin embargo, podemos elegir, ser vaso o río, es decir, discutir con la otra persona, a tal punto de generar una ofensa, quedarnos con el malestar y que este se prolongue durante el resto del día (o días), o en cambio dejar fluir y construir una actitud positiva que nos acompañe en nuestras demás labores a pesar de lo sucedido.