Podemos entender el propósito como el impulso que nace de saber que el trabajo es significativo para uno mismo y valioso para los demás.
Tenemos que desarrollar una actitud que nos conduzca a ver lo positivo de lo que nos sucede, de lo que hacemos, de lo que existe en nuestro entorno, aquí una frase que puede ayudar al respecto: «Sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos» (Antoine de Saint Exupéry).
Existe en el internet una historia denominada: [Los 3 albañiles o su variante, los 3 obreros] que permite graficar cuál es la actitud de quienes han descubierto su propósito y de quienes no.
«A principios del siglo catorce se estaban plantando en Centroeuropa los cimientos de una magnífica catedral. El maestro de obras era un monje a quien se la había encargado la tarea de supervisar el trabajo de todos los peones y artesanos»
El monje se fue y reflexionó acerca de todo lo que había estado escuchando. Aquella noche durmió más plácidamente de lo que jamás hubiera hecho anteriormente y a la mañana siguiente, dimitió del cargo como maestro de obras para ponerse de aprendiz con el tercero de los albañiles.”
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